martes, 15 de septiembre de 2009

LAS PANDEMIAS EN LA ANTIGÜEDAD

Saludos, gentes del Imperio:

Aquí os dejo el tema, ampliado (nunca hay tiempo para hablar de todo lo que llevo preparado) del programa que emitimos en la madrugada del Sábado al Domingo (días 5 y 6 de Septiembre del 2009). A ver qué os parece.

El miedo a la enfermedad es eterno, tan viejo como el hombre y bastante comprensible, pero es más complejo de lo que la gente piensa. Recuerdo que en mi libro de Biología del colegio, el epígrafe del tema de las enfermedades rezaba algo así: "compañeras del hombre", porque estos males, tanto para el hombre como para cualquier organismo vivo son algo común - y hasta cierto punto necesarios-. Y de hecho recordemos su personificación en forma de jinete en la visión Bíblica del Apocalípsis, junto con los agentes de la Muerte, la Guerra y el Hambre. Y desde la Antigüedad hasta nuestros días no han faltado noticias acerca de las enfermedades y el miedo que despiertan en el alma humana. Recordemos lo que pasó en los años ochenta del siglo XX cuando apareció el virus del SIDA (o más bien se descubrió) y algunas personas clamaron que era un castigo de la divinidad por los pecados del mundo (sobre todo se le echó la culpa a la población homosexual). La idea de la enfermedad como castigo divino y por tanto inexorable, es algo eterno en la condición humana.


Pero, si una cosa es la enfermedad, ¿qué es una pandemia?. Pues más o menos lo mismo, pero cuando alcanza una extensión peligrosa (y no siempre se puede aplicar a esto). Realmente, si rastreamos los orígenes de este término el vocablo no es del todo exacto. Del griego antiguo PANDÊMON, es decir: PAN=(para todos) y DÊMON=(forma acusativa de la palabra DEMOS que vendría a significar "pueblo" en el sentido de gente organizada, no de pueblecito como podríamos pensar hoy día), su significado sería "para todo el pueblo", es decir, algo que afecta a toda la comunidad, pudiendo ser bueno o malo. Para referirse a enfermedades graves acompañaba al término NOSÊMA y le daba el sentido de pandemia que tenemos nosotros (PANDÊMON NOSÊMA). Otros términos antiguos sérían EPIDEMIA (EPI=sobre y DEMIA=pueblo) "sobre el pueblo" y peste, del latín PESTIS o PESTILENTIA (y también relacionada con el mal olor) equivalente al griego LOÍMOS.


¿Y qué noticias tenemos de estos males en la Historia?. Pues unas pocas y entre ellas podríamos citar, las plagas bíblicas de la historia de los hebreos en Egipto, donde llegan a morir los primogénitos (aunque es un tema del que se podría discutir muchísimo, empezando por la historicidad o no del suceso). No debemos olvidar que Egipto (o Khemet, la "Tierra Negra") no era el país que vemos hoy día - bastante más grande que España-. Era el Valle del Nilo, una tierra húmeda y calurosa, donde los microorganismos pueden medrar con facilidad. El griego Estrabón (siglo I a. C.) explicaba las rápidas extensiones de los males en esa tierra por la enorme cantidad de insectos (Geografía, XVII, 3, 10). Plinio el Viejo (s. I d. C.), por su parte, afirmaba que en Egipto se propagaban con virulencia ciertas enfermedades cutáneas que degeneraban en epidemias -que algunos han querido interpretar como la lepra- (Naturalis Historia XXVI, 4).


El mundo de la Hélade o Grecia (Hellas) no se libró de estos males. Recordemos que en el comienzo de la Ilíada, el Canto I arranca con una peste que se desata en el ejército aqueo por voluntad de Apolo como forma de castigo por las acciones de Agamenón. En este caso estaríamos ante algo similar a lo referente al pasaje bíblico de los primogénitos: la divinidad antigua no castiga directamente al culpable si no a toda la comunidad. Eso debe ayudarnos a entender la típica intolerancia religiosa que vemos en la historia de la Humanidad (que yo no justifico, ojo), pues si el vecino comete un "pecado" o falta contra los poderes que rigen a la comunidad, todos pueden pagar por ello. Más historicamente hablando, podemos citar la terrible peste -término que empleo de forma genérica- que brotó en Atenas durante la Segunda Guerra Mundial en el 429 a. C. El gran Tucídides nos habló de ello en su obra (II, 59, 2-8). Debido a la invasión espartana del Ática (el territorio de Atenas), Pericles optó por refugiar a toda la población dentro de las murallas de la ciudad. Pero así la enfermedad se extendió con mayor rapidez, causando, parece ser, un tercio de bajas entre la población, contando entre ellas a Pericles. La gravedad de semejante epidemia llegó a perdurar en la historia, como demuestra los comentarios de Galeno (s. II d. C.) en su Methodus Medendi, (XIX). También son dignas de mención las pestes del año 412 a. C. - mencionada por el mismísimo Hipócrates de Cos- y la que sufrieron los siracusanos del año 395 a. C.

La antigua Roma, aunque ha pasado a la historia como el epítome de la higiene, con sus cloacas y alcantarillado, sus acueductos y termas, no se libro en absoluto. Las fuentes, como Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso (s. I a. C.) nos hablan de algunos problemas en los primeros días de la República. Entre los años 293-291 a. C. se desató una epidemia que cobró proporciones tan preocupantes que se envió una embajada a Epidauro, donde se encontraba el gran santuario de Asclepios, dios de la medicina. Los romanos le pidieron ayuda y una serpiente salió del templo y se metió en el barco romano. Cuando estos llegaron a su ciudad, la serpiente bajó del templo y se perdió entre la maleza de la Isla Tiberina, indicando que la divinidad había decidido actuar en Roma (en el mundo griego la serpiente no es un animal necesariamente malo, siendo un símbolo de renovación y curación). Pero la única comparable a la de Atenas del 429 fue la denominada "Peste de los Antoninos" que acasionó no pocos problemas al Imperio de Marco Aurelio (161-180 d. C.). Entre los años 165 y 170 las fuerzas de los dos emperadores (Marco Aurelio y Lucio Vero, los primeros coemperadores) estaban concentradas en la frontera oriental, expulsando a los partos y llegando Ctsifonte por tercera vez ese siglo. Pero una peste, contiaga a algún soldado se extendió con enorme rapidez y diezmó las filas del ejército, llegando, por supuesto a la población civil. Luciano de Samosata (s. II d. C.) afirma que la enfermedad surgió en Etiopía y se propagó por Egipto y la zona de Celesiria (Quomodo historia conscribenda sit, 15), alcanzando la parte oriental del imperio en poco tiempo. Resulta de lo más curioso que Dión Casio (s. II-III d. C.) y Amiano Marcelino (s. IV) sostuvieron que el mal fue por causa, una vez más, de Apolo (dios que cura y provoca la enfermedad con la misma facilidad) que se sintió ultrajado por un descuido de un soldado en un templo (Historia Romana LXX, 3, 1 e Historias XXXI, 6, 24 respectivamente). Sea como fuere esta enfermedad o enfermedades, llegaron a disminuir la población del Imperio drásticamente, hablando algunos de un retroceso del 20% del total (que podrían suponer, al menos unos 10 millones de personas) con un terrible rebrote en torno a los años del 251-266 (desde la muerte del emperador Decio hasta el advenimiento de Valeriano al trono imperial).

Más tardíamente, en pleno apogeo de Bizancio, la nueva capital del Imperio Romano (mal llamado bizantino), en época del poderoso Justiniano vio como una epidemia de algún tipo de peste - quizá incluso bubónica- afectaba a los ciudadanos con una fuerza inusitada. Procopio de Cesarea (s. VI) llegó a afirmar que la enfermedad ocasionó 10.000 muertes al día hasta segar la vida de un 40% de los habitantes de la ciudad. Tanta fue su potencia que recortó un cuarto de la población del Mediterráno.

 Así pues, que nadie se alarme ante la llamda gripe A, que aunque siempre hay que tener cuidado, no es más que otra alarma exagerada (aunque como digo, siempre hay que tener precaución) dentro de una larga lista de supuestas pandemias que nos están quitando el sueño desde los años noventa del siglo XX ( y antes también): las vacas locas, la gripe porcina, la gripe aviar etc... Por ello, como hacían nuestros ancestros romanos hace milenios, os deseo salud y os encomiendo que hagáis lo mismo. ¿Que cómo?, pues saludando, como he hecho yo al principio. Si no, ¿de donde pensáis que viene el acto de "saludar" (desear salud)?.
SPQR

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