sábado, 29 de diciembre de 2012

DE SEXO, HOGUERAS Y CASTILLOS

         El sexo, tema universal en el tiempo y el espacio, motivo de placeres, alegrías, culpas y vergüenzas, mecanismo de reproducción y expresión física de amor y de atracción, ha sido y es un asunto del que la ciencia histórica no se ha desentendido, al menos no en las últimas décadas. Pero es curioso, aunque quizá sea la percepción del autor de estas líneas, que la atención se ha centrado en la sexualidad de la Antigüedad, como si antes y después los seres humanos se hubiesen moderado hasta no dejar constancia de semejantes actos. Actos que, debido a factores como la biología y la cultura no han podido, evidentemente, dejar de suceder -de lo contrario nos habríamos extinguido- más aún cuando era fundamental para la diplomacia y la unión de grandes casas. Reyes y reinas se casaron también en la Edad Media y en los tiempos posteriores por diversas razones, pero con el sexo, entendido siempre dentro de ciertos parámetros, para conseguir alianzas políticas y unir territorios. No hace falta recordar al lector, por ejemplo, la política matrimonial de los Reyes Católicos.

        En relación a esto la historiografía española puede alegrarse de empezar a contar con publicaciones propias sobre el tema, como el libro Sexo, Pecado, Delito: Castilla de 1200 a 1350, de Ana E. Ortega Baún, joven investigadora de la Universidad de Valladolid. La obra sintetiza, de manera muy accesible y completa, las menciones en la corona castellana acerca de los actos sexuales de todo tipo y condición como la masturbación, el coito entre hombre y mujer o la sodomía, pero también observando las diferentes condiciones de los mismos: incesto, adulterio, la zoofilia, etc. Es importante especificar cada tipo pues, como señala la autora, hay que prestar atención a quién pecó -hombre, mujer, joven, viejo, miembro del clero, seglar...-, con quién, cómo, dónde y cuándo, dado que respuestas diferentes llevarían a penitencias y penas distintas. A mi juicio lo más valioso de la obra es que el tema es estructurado  en dos esferas: la religiosa -el pecado- y la civil -el delito-, con sus características propias a la hora de concebir la falta y el castigo. Además cuenta con un apartado para la enumeración y explicación de la documentación original empleada, algo muy útil para los que quieren profundizar en este tema y que se completa con un par de listas bibliográficas separando los trabajos modernos de las fuentes medievales y sus ediciones críticas.

      De esta manera se pueden conocer los cientos de matices y peculiaridades de la sexualidad en el Medievo y de algunas de sus consecuencias más desagradables, traducidas en el infanticidio, la violación, la pérdida de la honra, el aborto, los métodos para prevenir el embarazo o el abandono de recién nacidos. Así, vemos que en la Edad Media no todo fueron concilios y cruzadas, puesto que aunque casi siempre pecaminoso, el sexo estuvo presente en la vida diaria de ricos y pobres, reyes y plebeyos.