domingo, 18 de septiembre de 2011

CEDANT ARMA TOGAE

          La pujanza de la Historia militar se ha dejado sentir con fuerza en varios países, donde el interés de los aficionados y la curiosidad científica permitieron, hace ya algunas años, crear toda una nueva especialidad: la Arqueología Militar. Gracias a ella se han revalorizado toda una serie de restos físicos que a veces no eran tratados con la atención adecuada. La tecnología necesaria para fabricar, por ejemplo, una espada, la procedencia de sus materiales, su forma y tipo, la dispersión geográfica de los ejemplares y su valor dentro de las sociedades que la emplearon, son elementos importantes que nos suministran “piezas” de ese gigantesco puzle que forman las culturas humanas. Más aún, aunque es una faceta todavía muy ignorada en el panorama español, la faceta militar/guerrera fue una realidad tan presente que de hecho en parte definía la figura del ideal masculino. “Los hombres deben ser valientes” es algo que se ha dicho y repetido sin cesar y ese rechazo del miedo tenía en el campo de batalla –en ciertos contextos llamado el campo del honor- un lugar de prueba. En los relieves egipcios no son pocas las imágenes que muestran al faraón aplastando a los enemigos de pie con su maza o con su arco desde su carro, algo que no tenía un mensaje negativo que podríamos ver hoy en día. Demostraba el poder del portador de doble corona y su grado de compromiso con su pueblo, al protegerle y expulsar a los enemigos del país. Algo parecido sucede en el mundo heleno, donde el ciudadano prestaba su fuerza para defender a su comunidad, bien de extranjeros, bien de otros habitantes de la Hélade. Decía Tirteo que morir por la patria era algo bello, demostrándolo en la práctica el famoso Leónidas en las Termópilas al lado de sus espartanos –y algunos no lacedemonios- e inmortalizado por la inscripción que hoy día puede leerse en el lugar donde el rey afirmaba que había cumplido con su deber. También figuras tan “culturales” como Esquilo, Sócrates o Jenofonte proclamaron su valor en actividades bélicas, no por carácter violento sino por orgullo cívico al haber defendido a sus compatriotas. En el mundo romano, sobre todo durante la mayor parte de la fase denominada “republicana” –pues nunca se debe olvidar lo artificial de nuestras periodizaciones- se percibe algo muy similar, donde los derechos tenían que ser respaldados por un responsable ejercicio de los deberes. De hecho esta lucha que se desató en algunas sociedades sobre la equiparación de derechos y obligaciones deja bien clara la relevancia de lo militar y bélico en la Historia Humana. Resumiendo, no se trata de que a los aficionados o especialistas en estos temas les apasione la guerra, pues de la misma manera siendo ateos o agnósticos se pueden estudiar religiones -otra cara faceta fundamental del ser humano- desde las perspectivas de la Historia y la Antropología.

          ¿Y todo esto a santo de qué? Pues para hablar brevemente de una joven y prometedora publicación que viene pisando fuerte y que espero que sirva de ejemplo para lo que puede ofrecer la Historia Militar. Se trata de la revista Desperta Ferro, nacida este mismo año de 2011 con el ánimo de animar a la divulgación de los aspectos militares y políticos –tema también indispensable del conocimiento histórico- de la Antigüedad y la Edad Media. Según sus creadores, la intención fue asegurar una mayor profundidad en los temas al limitar el arco cronológico, contando con especialistas que ofrezcan una solidez y seriedad a sus trabajos. Desde mi humilde opinión, que dudo mucho que sea imparcial al sentir un vivo interés por estos temas, la publicación promete mucho. Al tratar estas dos fases históricas se puede observar la continuidad de los procesos y de las políticas, las adaptaciones a las nuevas realidades sociales y económicas, demostrando que la Historia es continua. Dicho de otra manera, uno no se acuesta siendo “antiguo” y se levanta siendo “medieval”. Además los textos incluyen buena y actualizada bibliografía, con referencias a autores clásicos y medievales siempre que es menester, pero sin llegar a aburrir –aunque eso también depende del lector-. Otro de sus puntos fuertes es su maquetación y la inclusión de una infografía cuidada y agradecida a la vista. Es magnífico poder ver ilustraciones de soldados y reyes musulmanes, las grandes murallas de Bizancio, las piezas de artillería romana, las máquinas de asedio asirias y tantas y tantas cosas que, por qué no decirlo, gustan también al académico. Dejarse llevar por la “fantasía” o la épica que encierran estos artículos, elaborados no obstante de forma profesional, no le restan valor alguno sino que dejan entrever que es un producto de calidad. Afortunadamente la lectura tampoco es tediosa, por lo que pueden servir para iniciarse en estos temas al lector nobel. Pocas veces se pueden aunar la ciencia y la divulgación de forma efectiva y aquí podemos estar tranquilos de que no observaremos disparates ni incorrecciones como a veces ocurre en otras publicaciones donde los autores no son doctos en la materia ni por asomo.

         Desperta Ferro es fácil de encontrar por sus portadas tan coloridas en tiendas especializadas y por el hecho de que desde el mes de Septiembre pueden adquirirse en los kioscos. Cada mes se tratan temas monográficos que permiten una mayor inmersión en la época o cultura a tratar, mejorando la comprensión de la misma y aportando más aspectos para conocer. El número de este mes, el séptimo de la colección, versa sobre al-Andalus y su impacto en la Península Ibérica y Europa aunque ya han anunciado que el de Octubre tendrá como protagonistas a los Diádocos, los sucesores de Alejandro que dividieron su imperio y crearon las dinastías de los Seleúcidas y los Lágidas –los Ptolomeos- entre otras. Aquí tenéis el enlace a su página, que no tiene desperdicio ninguno:

http://www.despertaferro-ediciones.com/









           

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